La evolución del freestyle

Freestyle‘ es el versátil término que caracteriza -entre otras acepciones- al rap elaborado ipso facto, improvisado a raíz de unas letras que expresan sentimientos y cuyas rimas fluyen de manera constante y atractiva sobre un ritmo especial que brota de los platos del DJ. Como uno de los versículos del hip-hop que cuenta más de cuatro décadas de historia y atraviesa multitud de fronteras, las batallas de freestyle se han convertido en uno de los principales intereses en la agenda de los jóvenes de hoy en día.

Jóvenes americanos bailando y rapeando en un ambiente total de hip-hop.

Así es, el hip-hop y las batallas han evolucionado de sobremanera en los últimos años, habiendo eclipsado completamente otro tipo de tendencias más vetustas en los grupos más ‘inexpertos’ de la población hispanohablante. Con más de 6.000.000 de seguidores, la marca energética Red Bull ha conseguido apoderarse de un ‘mundillo’ en el que su nombre hace referencia a la competición más importante del freestyle. Siguiendo su patrón estratégico, marcado por la ‘anticipación’, Red Bull supo ver en las batallas una auténtica mina de oro por el año 2005, y, evidentemente, en vista de la exorbitante cantidad de dinero que mueve el sector más de 15 años después, han abrazado el éxito.

El colosal Wizink Center, en el corazón de la capital española, congregando el récord de 17.000 espectadores durante la Final Internacional de Red Bull 2019

Atrás quedaron los grupos de jóvenes americanos que se reunían en barrios de la East Coast de los Estados Unidos en los gloriosos años ’80 para rapear sobre sus inquietudes; actualmente, el arte del freestyle ha desembocado en numerosas vertientes artísticas que tienen el inicio de su éxito en el mismo terreno (las batallas de gallos), y mediante el mismo trampolín (Red Bull). La digitalización, por su lado, en calidad de factor clave del desarrollo global, ha jugado un papel vital en la propagación de este arte, siendo el ordenador en 2021 el rival ‘clásico’ de un freestyler en ciernes que hace una década no concebía otro contrincante que no fuesen sus amigos o vecinos en el interior del parque del barrio. A raíz de todos estos factores, la ‘profesionalización‘ del movimiento se ha convertido en una realidad, hasta el punto de que ser mc o freestyler es una de las ‘profesiones’ predilectas de las hornadas de adolescentes enamorados de este ‘mundillo’. No hay más que ver a figuras ‘rompe-récords’ de la música contemporánea como Trueno, Paulo Londra, Arkano, Wos o Duki, que pasaron de ser alumbrados por la vacilante luz de las farolas en las batallas de calle a ser el centro de los focos de los pabellones más lujosos del Globo.

En un esfuerzo por incrementar la notoriedad del movimiento, Urban Roosters -empresa dedicada a expandir el hip-hop entre países de habla hispana-, lanzó en 2017 la Freestyle Master Series (FMS) en España, para luego conquistar otras ‘cunas’ del rap como Argentina (2018), Chile, México (2019) y Perú (2020). Con la premisa de aglutinar a los ’10 mejores raperos’ de cada país, FMS causó sensación en todos los rincones del planeta, siendo el otro gran ‘trampolín’ en los que comenzaron a catapultarse los artistas más recientes gracias a su completo formato.

El cartel con la presencia de los 10 ‘mejores’ freestylers del país español, durante la temporada 2019.

Sin embargo, la ‘evolución‘ no fue exactamente sinónimo de ‘felicidad‘. Las corrientes que predominaban en las primeras ediciones de las batallas contrariaban las actuales y estos ‘choques de estilo’ ejercieron a menudo como motivo de profundo debate. Si bien es cierto que la ‘old school’ era mucho más frenética, libre y ‘sangrienta’; la denominada ‘nueva escuela’ rompió barreras y llegó con una ola de ‘ingenio sobrenatural’ a raíz de los estímulos bañados en palabras y temáticas para evitar que el freestyle tocase el techo de su ‘originalidad’, pero sin perder esa esencia de ‘libertad’.

Desde fuera, las batallas de rap, tanto en las escritas -encasilladas en el lado más poético del circuito- como en el apartado del freestyle, siempre se ha esbozado como la típica reyerta repleta de exabruptos e insultos, no obstante, hay mucho más. La poesía aún está a la orden del día de la mano de los raperos más ‘classics’. Y, es que el progreso ha provocado que una infinidad de recursos y estilos combatan en un mismo escenario, beneficiando al espectador y catapultando al freestyle al éxito, que de él depende.

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